Tendemos a creer que la grifería, tanto en el cuarto de baño como en la cocina, es muy resistente y no necesita cuidados. Resistente lo es, pero si queremos conservarla por mucho tiempo debemos revisarla a menudo y realizar un frecuente mantenimiento.
El acabado más común de las griferías de latón es el cromado por electrodeposición, que combina capas de níquel y cromo. Una de sus propiedades químicas más apreciadas cuando se expone a la acción del ambiente es que se autoprotege con una capa o película libre de poros de gran resistencia.
Cierto es que el cromado resulta muy resistente a la corrosión, aunque atención: puede dañarse con algunos productos de limpieza abrasivos como el ácido sulfúrico, el salfumán, el amoniaco y la lejía, que provocan un deterioro prematuro del material, tanto si se aplican directamente en la superficie de la grifería o únicamente con sus vapores (si se utilizan cerca de los grifos). También deben permanecer bien alejados de las griferías la sosa cáustica, el benzol, el aguarrás, la acetona y el alcohol, es decir, productos o detergentes que pueden resultar muy tóxicos y abrasivos.
El agua cuando se evapora, y especialmente si tiene mucha cal, deja en la superficie cromada partículas cristalizadas dañando la grifería, estropeando el recubrimiento o manchándolo de moho, por lo que es recomendable limpiar regularmente los grifos para evitar los depósitos calcáreos. Es importante que no utilices estropajos puesto que rayan la superficie. Puedes aplicar una esponja suave empapada con agua y unas gotas de jabón neutro para limpiar el exterior de la pieza. Después aclara con un paño de algodón humedecido y seca y abrillanta con una gamuza o bayeta.
No utilizar productos de aplicación con spray, ya que la niebla puede penetrar por las aberturas y separaciones de los accesorios y puede causar daños.
Nuestra grifería supera la norma europea UNE-EN 248 de revestimientos Punto 5.1 ensayo de resistencia a la corrosión y están acreditadas en los certificados de calidad.